38 lecturas
Abraham Mendieta
En otra situación sería trágico, en esta es divertido gracias el descrédito de aquellos que lo pronuncian: “quemen los libros, arranquen las páginas con las que no coincidan, censuren las imágenes con un plumón, destrúyanlos antes de que lleguen a las manos de sus hijos”, son las frases que hemos escuchado de distintos sectores de la derecha mediática y política a lo largo de estos días, al respecto de los libros de texto gratuitos que distribuye el Gobierno de México.
Tras el fracaso de todas sus propuestas “optimistas”, primero con Santiago Creel, y luego con la fallida Xóchitl Gálvez, la derecha conservadora ha decidido que ya es suficiente de corazoncitos y mensajes optimistas, que es momento de una ofensiva mediática virulenta y torpe, anclada en el miedo, y utilizando a los más vulnerables: las niñas y niños, que estarían acechados por un peligro mortal, pues pueden llegar a sus manos unos libros que no le gustan a quienes siempre se opusieron a la educación pública y de calidad.
En estos libros tan peligrosos, se abordan temas tan inadecuados para las infancias como el respeto a todas y a todos, sin importar su color de piel, su clase social, o sus diferencias de cualquier índole.
Cualquiera podría esperar que unos libros que buscan educar en la igualdad, generasen el odio de las posiciones más radicales y viscerales: aquellos que creen que la desigualdad es un regalo de Dios, y que son multimillonarios por su propio esfuerzo, y no por el saqueo sistemático al país.
Lo absurdo no es que un oligarca se moleste: estos libros atentan directamente contra su forma de generar desigualdad y pobreza, a costa de su riqueza. Es normal que se irrite. Lo absurdo es que el PAN considere esta batalla como una lucha política que disputar y comunicar.
Fue el propio Presidente Nacional del PAN, el pequeño Marko Cortés, quien animó a los padres a destruir, arrancar páginas y censurar con plumón” los libros de textos gratuitos que permiten a todas las niñas y niños, especialmente a los de menos recursos, aprender en igualdad de oportunidades, y construir un futuro mejor para ellos y sus familias.
Tan perdido está el PAN, que hoy se pelea con unos libros a los que busca condenar a la hoguera, pero la verdad es que no deberíamos sorprendernos: son los mismos que votaron en contra de las becas que permiten al más pobre estudiar en la misma universidad que el más rico.
Te puede interesar: Manifiesto | Una alegría en la casa de los pobres.