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Arreando al Elefante | Día mundial contra la trata

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Ana María Vázquez
En un mundo donde todo es negocio, la comercialización de las emociones es de las más rentables, un tema que ha explotado la literatura, la televisión y la política. Ayer 30 de julio fue el día contra la Trata de Personas y se destacaba en redes la hipocresía hacia un tema tan delicado; desde la foto de Sandra Cuevas con Rossy Orozco, denunciada por violaciones en sus refugios, hasta el marketing político disfrazado de denuncia social de Sound of Freedom; no podían faltar las declaraciones de Naciones Unidas, conminando a combatir este delito en donde “abunda la indiferencia y la impunidad”, o las declaraciones del mismísimo Trump anunciando que enviaría al Congreso una iniciativa para que los traficantes de niños reciban la pena de muerte. Por supuesto, el Papa Francisco no se podía quedar atrás y conminó a “unir fuerzas para liberar a las víctimas y poner fin a este delito que daña gravemente a la humanidad en su conjunto”.

La sociedad hipócrita prefiere esconder o usar para su beneficio con declaraciones a modo lo que ellos mismos propician, mujeres y niños son arrebatados día a día de sus hogares y no aparecen nunca, no están en fosas, no huyeron por su voluntad como es costumbre que digan las autoridades al poner la denuncia, son víctimas de redes mundiales perfectamente coordinadas y establecidas principalmente para la explotación sexual, el ser humano convertido en mercancía que pasa de una mano a otra hasta que no puede más, o no sirve más. La fecha para la concientización fue propuesta hace 10 años por la ONU para “concientizar” a la población sobre este delito. ¿Qué se ha logrado? Nada. Palabras vacías, campañas que blanquean personalidades, justicia a modo para decir “estamos trabajando”, porque la cantidad de dinero que se mueve con el tráfico humano sea equivalente o superior al de armas o drogas, y como en todo negocio les toca su parte, mientras haya oferta, habrá demanda y esa es la única verdad.

Las cifras del Gobierno de México de este año muestran un aumento con respecto al 2022 de 1,316 a 2202 víctimas, siendo el mayor el de explotación sexual en un 32.8%.

Nada de esto se detendrá mientras exista la cosificación del ser humano.

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