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Abraham Mendieta
La oposición ha entendido que desde hace años, no tiene nada interesante que contar, de ninguna de sus caras más visibles, ni de sus batallas políticas o legislativas. Echemos un ojo a las narrativas: Alito Morena fue el cacique campechano que hacía y deshacía a su antojo, Marko Cortés es el achichincle de un prófugo de la justicia como Ricardo Anaya, Santiago Creel es un burócrata multimillonario fresa hasta para los suyos, Lilly Téllez es una veleta que traicionó a sus propios votantes, Gabriel Quadri es poco más que una burla y Margarita Zavala representa la esencia de todo lo que se rompió en anteriores sexenios. Con esa madera no hay mucho que construir: a nadie pueden emocionar sus lamentables trayectorias públicas y sus vacías historias de vida, y la mayoría de ellos, lo entendieron. Pero para su desgracia, lo asumieron tarde. Ante la carencia de narrativas y relatos sólidos con los que enfrentar a un obradorismo fuerte, con poder político real y base social, tuvieron que activar su campaña de emergencia, y hacer su mejor esfuerzo mediático y comunicativo para inventarse una trayectoria: la de Xochitl Galvez, que si bien tiene diferencias con los anteriormente mencionados, no deja de ser una pieza más de su engranaje, enquistada en la estructura panista de poder desde tiempos de Vicente Fox. Ella es más inteligente: desde 2017 entendió que sus compañeros iban directos al abismo, e intentó negociar con Morena una senaduría que tuvieron que acabar prometiéndole los suyos. Siempre hizo su esfuerzo por desmarcarse de las políticas más ultraderechistas del PAN, y alejarse de escándalos como el inmobiliario en Benito Juárez, a los que, sin embargo, acabó defendiendo públicamente a costa de sí misma, pero eso no alcanza para inventarle una trayectoria de luchadora de social. Xóchitl Gálvez será, probablemente, la abanderada del PRI, PAN y PRD: a ellos representa, a ellos se debe, y tendrá que encarnar los intereses de quienes se hicieron millonarios abusando del pueblo del México, y ese es un lastre tan pesado, que no hay narrativa que alcance. Si Movimiento Ciudadano juega bien sus cartas, puede mandar al PRIAN a la tercera fuerza.
