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Sebastián Ramírez Mendoza
La escasez de agua debido al cambio climático es un problema global que nos afecta innegablemente a todas y todos; y la reducción en los niveles del Sistema Cutzamala debido a la temporada de estiaje limitará nuestro abasto de agua en la Ciudad de México en los próximos meses. Ante esto el Gobierno de la Ciudad puso en marcha en semanas anteriores un plan que busca reducir los impactos todo lo que sea posible, mismo que incluye el “bombardeo” de nubes, estrategia que implementará Conagua y Sedena en conjunto para hacer llover y poder abastecer las presas. Este bombardeo tan comentado en los medios en los últimos
días, básicamente consiste en aplicar ciertas soluciones químicas en las nubes de lluvia para estimular la precipitación.
Es importante no perder de vista que a finales del año pasado la jefa de Gobierno firmó un convenio de colaboración con los gobernadores de Michoacán y el Estado de México para rehabilitar y mejorar este sistema que abastece a todo el Valle de México, con especial atención a las comunidades aledañas que por años habían sido desatendidas.
Queda claro que desde este gobierno se tiene tiempo trabajando en prevenir las emporadas de sequía para enfrentarlas de la mejor manera y con justicia social, ya que tampoco podemos ignorar que el desabasto de agua es un pendiente histórico con el Oriente de la Ciudad.
Sin embargo, nuestras acciones en lo individual pueden hacer toda la diferencia. Desde poner una cubeta cuando nos bañamos y reutilizar el agua captada para lavar trastes o pisos, hasta evitar temporalmente regar jardines y lavar autos, pero también invitar a nuestros familiares, vecinos y amigos a hacerlo. La lucha contra el cambio climático no es un asunto partidista ni susceptible de politizarse como algunos pretenden, sino que es un problema al que nos enfrentamos como humanidad de formas preocupantemente aceleradas en los últimos años. No dejemos de sumarnos con acciones que parecen pequeñas, pero
cuentan mucho.
