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Guerra entre tres bandas por el control de la Central de Abastos

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“Los oaxacos”, los “oaxaquitos” y “los limoneros”, controlan la venta de droga, cobro de cuotas, robo en sus diferentes modalidades y hasta el sexoservicio

Redacción Grupo Cantón 

“La primera advertencia es recibir una corona fúnebre en la escuela de tus hijos, luego llega otra a la bodega y al final una a tu domicilio, para después pedirte hasta 200 mil pesos al mes para que no te pase nada a ti, ni a tu familia”, así es como inició la extorsión de los Oaxaquitos al dueño de una bodega de aguacates de la Central de Abasto, quien pidió el anonimato por temor a represalias.

Este grupo, así como el de los Oaxacos y los Limoneros, son los que controlan la venta de droga, cobro de cuotas, sexoservicio y el robo en sus diferentes modalidades dentro y fuera de la Central de Abasto de la Ciudad de México. De acuerdo al denunciante, desde hace más de 25 años, primero eran dos grandes bandas las que se peleaban el control de la CEDA, pero con los golpes que sufrieron “Los Oaxacos” (un grupo delincuencial originario del pueblo Santa María Teopoxco, Oaxaca) dio paso a la creación de los Oaxaquitos, quienes son los hijos y sobrinos que se separaron del primer grupo para operar de forma independiente, son lo que le disputan el territorio a los Limoneros y recientemente, a quienes dicen ser de la Antiunión de Tepito, La Familia Michoacana y del CJNG, los cuales únicamente se dedican al narcomenudeo.

BIEN ORGANIZADOS

Dichos grupos delincuenciales tienen más de dos décadas operando en la CEDA y saben perfectamente la ubicación de Cámaras de Seguridad, rondines de policías, bodegas en las que pueden refugiarse y los estacionamientos en donde pueden asaltar a comerciantes que salen de los bancos.

En el caso de la extorsión, los tres grupos “usan a los cuidadores de los estacionamientos y a los diableros para que te tomen fotos, te siguen por toda la Central de Abasto, ven cuánto ingresa en tu bodega, cuántos
empleados tienes, quiénes son los de más confianza, a qué hora llegas y a qué hora te vas, y finalmente, ubican a cada miembro de tu familia, para después llegar a extorsionarte”, comentó el locatario. Asimismo, señaló que ahora con eso de los cubrebocas, llegan unos jóvenes a dejar una tarjeta de papel en la que piden “una renta” de 200 mil pesos y tienen que irlos a dejar por la zona de subasta, por donde estaba “cajalandia” o por donde están las básculas, para que “no le pase nada a su familia”.

Al darse a conocer que un problema familiar fue el que ocasionó la balacera en este centro de abasto, el comerciante afirmó que muchos locatarios no denuncian porque saben que sí se las cumplen y en todo caso,
cierran las bodegas o subarrendan sus bodegas.

PRÉSTAMOS Y RIFAS

Pero también hay la incursión de otras mafias que se encargan de las rifas conocidas como “rapiditos”, en donde participan colombianos (hombres y mujeres) que supuestamente hacen el sorteo el mismo día,
pero en realidad es un cobro de piso disfrazado en donde la cantidad obtenida va desde los 100 hasta los 500 pesos diarios, para evitar daños a los locatarios menores. Los boletos los ofrecen mujeres atractivas, jóvenes que van vestidas con leggins o vestidos entallados, quienes, con un megáfono, además de ofrecer los boletos, también ofrecen sus servicios sexuales con “una grapa de coca incluida”.

VISTA DESDE LA ONU

De acuerdo al estudio “Evaluación de la Gobernanza de la Seguridad Urbana en Iztapalapa” que fue preparado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), se destaca que este centro de Abasto, está bajo la supervisión del gobierno federal y cuenta con seguridad privada.

“Su alta concentración de actividad económica se mantiene como un factor de oportunidad para la comisión de delitos. El robo a negocio, robo a transeúnte y robo de objetos son los delitos más registrados”, señala
el reporte.

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