79 lecturas
Muchas fueron las voces que cobijaron mis primeros años como escritora: Rulfo, José Emilio Pacheco, Fuentes, y muchos más que, para no dejar a nadie fuera preferiría omitir de esta lista, pero no de mi corazón.
Sin embargo, luego de la muerte de Paz, quien ya coqueteaba con el neoliberalismo, una serie de nuevas voces se dieron cita para hacer de coro a los gobiernos que, a fuerza de billetes y buena vida, eran los encargados de repartir lisonjas a cada gobernante en turno.
Surgieron entonces los “Telectuales”, cuya voz avalada por los premios que se daban a sí mismos, conformaron un grupo que sostenía los ideales y postulados de cualquiera que estuviera en la silla, muchos de ellos fueron comandados por Krauze quien, luego de hacerse “heredero forzoso” del legado de Paz, construyó un imperio financiado por el gobierno en el que muchos de los jóvenes, nuevos y viejos “pesadores”, se dieron a la tarea de avalar las insensateces gubernamentales a medida que sus comodidades iban creciendo y con la autoridad para callar una y otra vez a quienes disentían de los dichos de aquellos sabios.
Fui testigo de muchas voces valientes, hundidas en la ignominia por el silencio forzado al que este grupúsculo los sometió.
Las voces disidentes eran acalladas y echadas de estos círculos ya que la élite pensante solo admitía a aquellos que, por su raza y sangre eran dignos de permanecer entre esta cúpula. Para ellos eran las becas del INBA, las publicaciones y los festejos. El círculo elitista de vino y pompa que rodeaba a la figura presidencial en turno era por muchos envidiado pues, tenían la vida hecha.
Fue a partir de 2018 y con la llegada de López Obrador, que los apoyos cesaron y la cúpula se derrumbó. Poco valió entonces la campaña de “Es un peligro para México” organizada por Krauze y la revista Vuelta porque, los recortes vinieron y se dejaron de financiar a estas cúpulas que en nada contribuían al crecimiento de la sociedad, sino más bien era una sociedad de elogios mutuos.