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Desde el primer día de la guerra empezaron la travesía de cientos de kilómetros para salir de la zona de guerra.
Redacción
ESPECIAL.- “Putin es un Hitler contemporáneo”, dijo Alba Becerra, una mexicana que llevaba 32 años en Ucrania y que tuvo que escapar con su hijo con debilidad visual.
Alba es una de las cerca de 90 mexicanas y mexicanos que están huyendo de la guerra y tenían toda una vida en diversas ciudades de Ucrania, que había formado su familia y que formaban parte ya de la sociedad económica de ese país.
Becerra dijo que regresa a México para poner a salvo a su hijo, de 25 años, y evitar que sea reclutado por el ejército de Ucrania.
La mexicana, junto con 25 connacionales más, se encuentra a resguardo en el hotel Papasul Sura, en la ciudad de Suceava, Rumania, a donde llegó el lunes después de cuatros días de camino para salir de Ucrania.
LOS ESPERA EL AVIÓN
Hasta ayer la evacuación de familias mexicanas continuaba. En autobús, en coche, en tren, caminando, en lo que podía, se enfilan a Budapest, a donde los espera el avión que envió México para repatriarlos.
Otro caso es el de Ivette Rossano, que tuvo que sortear un viaje de casi 600 kilómetros y tres días de recorrido junto a su esposo, su cuñada, su hijastro de nueve años y su perro, para escapar de los bombardeos.
Por su parte, Rosalía Tovar, una profesora de español originaria de León, Guanajuato, afirma que residió por diez años en Ucrania hasta que la invasión rusa la obligó a dejar su hogar en Kiev.
Narra que los ataques comenzaron antes del amanecer, cuando la gente dormía, por lo que primero se había refugiado en un hotel.
Para otra mexicana Silvia Mercado, residente desde hace siete años en Ucrania, el sonido de una explosión a las 5 de la madrugada le cambió la vida.