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Creer en un amuleto o en algún santo, para muchos, es una ofensa. Sin embargo, para Érika, madre de dos hijas, eso la tiene sin cuidado y más si San Judas alivió a su pequeña.
La pesadilla comenzó una tarde de diciembre cuando Mónica, su hija, le pidió dinero para ir a comprar una libreta a la papelería de la esquina.
En un descuido, al cruzar la avenida, Moni fue atropellada. El fuerte golpe la dejó inconsciente, motivo por el que fue trasladada a la Cruz Roja.
Durante varios días permaneció en estado vegetativo. Un médico y la trabajadora social le comentaron a Érika que, en breve, su hija iba a fallecer, por lo que le pidieron tomara sus precauciones.
La madre, al saber la noticia, salió del hospital y se encaminó a su domicilio para hablarle por teléfono a su esposo y otros familiares, además de conseguir dinero, incluso ver alguna funeraria.
Esperó un momento el microbús. Al ver que tardaba y el tiempo la consumía, prefirió abordar un taxi. Rumbo a su casa, la mujer no pudo más, desfalleció, lloró.
Desconcertado el chofer preguntó si la podía ayudar en algo.
Érika contó su tragedia al taxista y exclamó: imagínese… pobre y con una hija moribunda.
El hombre le respondió que dirigiera sus plegarias a San Judas, “ya que es muy milagroso y de inmediato cumple. Cuando más si es algo benévolo”.
La fémina preguntó que dónde había una imagen, que la llevara de inmediato.
Apenas llegó al altar, se arrodilló, sus plegarias fueron dirigidas a la salvación de la pequeña Mónica. Lloró hasta desfallecer.
El taxista esperó cerca de 40 minutos y una vez que la mujer se recuperó, se encaminaron a su domicilio.
Durante el camino, el timbrado del teléfono móvil asustó a ambos, Érika ya esperaba la noticia fatal. Pero sorpresivamente, le notificaron que su hija se había recuperado, que incluso en unas horas la podrían dar de alta…