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Comercio Informal, diableros que realizan funciones de halcones para los asaltantes y extorsionadores, estacionamientos sin vigilancia, baños en condiciones insalubres, prostitución e instalaciones en mal estado, son los problemas que todos los días enfrentan bodegueros, comerciantes, transportistas y clientes de la Central de Abasto de la Ciudad de México.
De acuerdo con locatarios denunciantes, es precisamente en la temporada decembrina cuando más se incrementan los asaltos hacia los visitantes, transportistas y bodegas, así como los intentos de extorsión hacia los comerciantes.
Desde hace más de dos años, entre el cambio de una administración y otra, se ha venido escuchando y anunciando que se aplicarán campañas para erradicar el crimen, mejorar la seguridad, cuidar más a los usuarios y comerciantes.
“Todos los días escuchamos que ya asaltaron a un cliente, ya extorsionaron a un bodeguero o de plano ya le tocó la de malas que un visitante perdió la vida por los malandros que deambulan en la Central de Abasto, es algo que duele mucho a todos”, señaló uno de los locatarios del pasillo, que pidió mantener su nombre en reserva, por temor.
Pese a que la Procuraduría Capitalina el Gobierno de la CDMX han reiterado que los delitos han bajado en las instalaciones de la CEDA, la realidad es otra.
El pasado 12 de noviembre, locatarios de la Central más grande de Latinoamérica se manifestaron a las puertas de Palacio Nacional en demanda de una mayor seguridad debido al incremento de la inseguridad en pasillos de la CEDA.
En su desesperación, los locatarios y comerciantes se apostaron en todas las puertas del recinto y trataron de impedir el acceso de la prensa a la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador para denunciar actividades ilícitas, desde robos, narcomenudeo, extorsiones y prostitución en el mercado mayorista más grande del mundo.
Pese a que se aplicaron sendos golpes a las bandas de “Los Oaxacos” y “Los Limoneros”, dos de los principales grupos que se les adjudican asaltos y extorsiones al interior de la CEDA, los delitos siguen en los pasillos.