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El lado salvaje

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El primer registro de un zoológico en México data de la época prehispánica. A los conquistadores españoles les sorprendió el gran zoológico y aviario que poseía el emperador azteca Moctezuma Xocoyotzin en Tenochtitlán, sitio en donde actualmente se localiza la ciudad de México.

En una carta que le escribió Hernán Cortés al rey de España, le hace la descripción detallada de los aviarios donde a cada especie se le alimentaba con una dieta especifica a sus necesidades.

Se contaba con un equipo de 300 personas destinadas exclusivamente a la atención de los animales y su salud. La colección también incluía grandes jaulas de madera que alojaban carnívoros.

El 6 de julio de 1923, aproximadamente 400 años después de la destrucción de Tenochtitlán se inició la construcción del Zoológico de Chapultepec.

El abrir un zoológico implica un doble significado para los mexicanos, ya que se retoma el concepto prehispánico a la vez que se abre una nueva puerta a la convivencia respetuosa con la naturaleza. Se eligió un sitio dentro del bosque de Chapultepec, que significa cerro de grillos en nahuatl.

El biólogo Alfonso L. Herrera, fundador del Zoológico de Chapultepec, consideró recrear el Zoológico de Moctezuma. Quería enseñar las especies nativas a los mexicanos, además de otras especies del resto del mundo.

Entre 1950 y 1960, el zoológico tuvo como único objetivo ser un lugar de recreación que exhibía varias especies de animales populares.

Ernesto P. Uruchurtu, regente de la ciudad de esa década, le dió nuevos bríos al zoológico, adquiriendo nuevas especies nunca vistas.

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