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Hubo momentos del sábado en que no pudimos más que pensar que lo que veíamos era esa vieja técnica de aventar todo a una pared y esperar que algo se pegara. En medio del dramático descenlace del Hándicap de las Américas, Metro Bus, de Cuadra Latina, nos hizo soñar en que un casi anónimo de otra cuadra que no sea San Jorge y GL (ambas de Germán Larrea), podía ganar la carrera más importante, era una Cenicienta.
Metro Bus cortó por el centro en la recta, se avalanzó a la punta y había ya sometido al grupo. Pero entonces ocurrió algo irreal. Kublaigo, que se había mantenido por el exterior, de pronto corrió como alma que lleva el diablo, incluso pareció intimidar a su rival e invadir su espacio, y un Miguel Ángel Rodríguez con su mano derecha desnuda fustigó al eventual ganador. Y como si hubiera metido leños a sus calderas, porque Kublaigo tomó la punta y no hubo tiempo para nada más. Todos estábamos helados.
Un triunfo espectacular y raro que se comentará por mucho tiempo. La conclusión debería cimbrar a los competidores de Larrea, y es ésta: El magnate no necesita a sus mejores cartas para seguir aplastando, y si no se hubiera entrometido Metro Bus, pudo hacer el 1-2-3.
El Hándicap dejó ver la dependencia de la inversión de Larrea; no importa qué pasa, al final, levanta el trofeo. Para pensar.