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El sábado, mientras veía por la pantalla uno de los bloques de 40 minutos de suertes charras, me formé media hora para pagar unas Megas y otra media hora para recibirlas. El dato no es ocioso, dado que la entrada en el Hipódromo ha desbordado la expectativa de los administradores, pero éstos se han tardado en aplicarse para facilitar el acceso y la atención dentro del inmueble.
Y el Día del Charro no fue la excepción, tuve la oportunidad de recorrer las naves sotelinas y fue tan exitoso que Codere tuvo que convocar a un torneo de carreras de costales de último momento para llenar espacios y mantener la atención del respetable durante casi siete horas de programa. Es algo que a los entusiastas de la hípica nos colma de entusiasmo, porque la mayoría de los espectadores se quedaron hasta que culminó la función y si esto se repite consistentemente se podrá hablar pronto de un año de progreso pocas veces visto en la última década. Ahora lo importante es saber transmitir a quien viene por primera vez al legendario Óvalo, la emoción de nuestro deporte, porque la mitad del tiempo, el grueso de la gente no presta atención, ese es el reto de la administración en las Américas este año, esperamos que lo asuman con inteligencia.