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“Orgullosamente, somos un país libre, independiente y soberano”, así se expresó la presidenta Sheinbaum en la mañanera de ayer, al anunciar su decisión de “medidas espejo” hacia el aumento de aranceles, y que detallará al pueblo de México en el Zócalo capitalino el próximo domingo. Se han dado muchas posibles soluciones al nuevo chantaje del mandatario norteamericano, que ha pretextado como punto base que “el fentanilo no ha bajado”, cuando, como bien apuntó la presidenta, el esfuerzo por la epidemia de consumo debería ser de ambos países; un pretexto como podría ser el color de nuestra piel, nuestro idioma o cualquier otra ocurrencia.
Muchas han sido las soluciones que los especialistas han dado frente al irracional e impredecible dirigente de la Casa Blanca y comienzan las voces que cuestionan la factibilidad de sostener un tratado con un país que no da garantías de estabilidad y por ello, resumo aquí las palabras del maestro Enrique Dussel al revisar una probable cancelación del tratado en su artículo: La Renegociación del TLCAN. Efectos arancelarios y el caso de la cadena de calzado, publicado en marzo del 2018: “(…) los efectos de su cancelación no serían tan significativos para la economía en su conjunto y hasta pudieran sobrellevarse (…) la cancelación del Tratado no sólo traería enormes costos políticos a la administración Trump, sino también en el ámbito comercial: son particularmente empresas estadounidenses -y especialmente de la cadena de autopartes -automotriz y electrónica- las que pagarían por la cancelación del TLCAN.
El TLCAN ha sido y ahora más, un instrumento de chantaje, control y manipulación, las “certezas económicas” han tenido altísimos costos, desplazando otros cultivos para privilegiar el aguacate de exportación, el olvido de la producción propia; el desplazamiento de la cadena de producción de zapato y muchas más-
Si bien es cierto que somos el principal socio comercial de los Estados Unidos valdría la pena meditar sobre los costos que como nación henos pagado y si ello realmente merece el estar en un tratado que no es respetado por el principal firmante.
Ya en 2017, Dussel recomendaba volver la vista a la producción local, tenemos apenas unos cuantos años en ello y no es suficiente, pero quedarse en un acuerdo que no conviene al país tampoco lo es.
Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez
