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Por Ricardo Sevilla
Hay personajes hipócritas. Y uno de ellos es, sin duda, Daniel Sibaja González.
Hace unos días, en un lujoso y pintoresco rincón de Xochitepec, Morelos, el secretario de Movilidad del Estado de México, Daniel Sibaja González, celebró su boda con la señora Ingrid Bolaños.
Haciendo gala del derroche, que entra en contradicción con la austeridad republicana, Sibaja quiso el ambiente de su vida evocara la elegancia italiana.
La Hacienda San Carlos Borromeo se transformó en un escenario de lujo para recibir alrededor de 500 invitados.
El dichoso evento habría costado alrededor de cinco millones de pesos. La cifra contrasta con el discurso de austeridad que Sibaja, uno de los delfines de Marcelo Ebrard, ha promovido.
Pero eso a Sibaja le importó un comino. La celebración, que incluyó arreglos florales de alto costo y una pista de baile pintada a mano, desató una (justificada) catarata de críticas.
Incluso, desencadenó la crítica de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien adviertió que quienes pertenecen al movimiento están obligados a predicar con el ejemplo.
Sibaja, quien (ahora sabemos que de dientes para afuera) ha abogado por un gobierno austero, ha tratado de defenderse, argumentando que su familia contribuyó significativamente a los gastos.
¿Quién? ¿Su mamá, ama de casa? ¿Su papá? ¿Su hermana, Emma Sibaja, la ex coeditora del periódico Excélsior? Difícil de creer.
Este gasto exorbitante, por cualquier flanco que se le vea, es una estupidez.
Y Sibaja debería dejarse de tonterías. Porque su descaro, su tozudez y su displicencia le podría costar mucho a la gobernadora del Edomex, Delfina Gómez.