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JORGE GÓMEZ NAREDO
@jgnardo
Ayer, Andrés Manuel López Obrador, nombró a Lenia Batres como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). El mandatario había enviado ya dos ternas para que el Senado eligiera una propuesta, pero no hubo consenso entre los grupos parlamentarios. Y como no lo hubo, la decisión de quién sería la nueva ministra, terminó recayendo enteramente en el presidente. Así lo establece la ley.
Lenia Batres es una mujer de convicciones que toda su vida ha militado desde la izquierda. Ha participado y apoyado luchas sociales, además, tiene una trayectoria profesional impecable.
En el comunicado que envió la Secretaría de Gobernación anunciando el nombramiento, menciona de Batres: “cuenta con una amplia experiencia en la administración pública federal y local. Como parte de su trayectoria profesional, en el Gobierno de la Ciudad de México se desempeñó como asesora en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda; fue directora general de Gestión, Vinculación y Asuntos Jurídico-Normativos de la Autoridad del Espacio Público; y asesora en la entonces Delegación Tlalpan, así como en la Comisión de Vivienda en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, entre otros cargos”.
La oposición criticó el nombramiento, afirmando que se había hecho por “amiguismo”, lo cual es absurdo. Lenia es una mujer capaz, que tiene experiencia, y que seguramente hará un muy buen papel como ministra de la SCJN.
Ahora bien, los retos son muy amplios. El Poder Judicial es símbolo hoy de la corrupción: la justicia no es prioridad en ese poder. El denominado Plan C de AMLO (que Morena gane todo el Congreso para reformar al Poder Judicial) se ve probable, aunque es complicado aún.
Por eso, que un perfil como Lenia Batres -de izquierda y comprometida con causas sociales- llegue a la SCJN, sin duda apuntalará los cambios desde dentro, cambios que no sólo son necesarios, sino que los exige la gente.
