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ANTONIO ATTOLLINI
La lucha que el magisterio está dando en Chihuahua y en Coahuila honra la tradición de lucha que todo sindicato serio tiene a cuestas. Organizados para la defensa de los derechos de los niños y niñas de dichos estados y movilizados con convicción para la exigencia de su garantía y cumplimiento, los y las maestras denuncian el descarado fraude a la ley que se ha hecho con la captura politiquera de la Nueva Escuela Mexicana y los libros de texto que de ella derivan.
En Chihuahua la Corte ya resolvió el amparo presentado por el gobierno del Estado encabezado por la gobernadora panista, María Eugenia Campos y sigue sin entregar los nuevos materiales pese a que el ciclo escolar ya tiene varias semanas de haber iniciado. En Coahuila, el gobernador Miguel Ángel Riquelme no puede rehabilitar la infraestructura mínima de las escuelas primarias y secundarias del estado derivados del abandono h el desgaste, pero si puede sacar de la chistera 70 millones de pesos para reimprimir los libros de texto del anterior ciclo escolar. La única diferencia, burda como siempre ha sido su administración, es el diseño de una nueva portada. Lo demás es igual. Con todo y el jugoso negocio privado que detrás hay por esta reimpresión.
Este tipo de desplantes son propios de gobernantes desesperados que ubican su legitimidad de gestión lejos de la soberanía popular. Son capaces de impedir el pleno goce del derecho a la educación con tal de tener una bandera con la cual espantarle las moscas al Presidente. Básicamente eso es lo que tanto aspaviento, alharaca y berrinche está haciendo. Al final tendrán que acatar la ley (esa que tanto se jactan querer defender) y enfrentar un nuevo proceso por el desfalco al que han sujetado el arca pública por ese gasto innecesario de ‘nuevos’ libros de texto. Sin proyecto ni programa, por más que una oposición moralmente derrotada facilita la expansión de nuestro movimiento, de verdad que es imperante que se termine con ese estilo de gobernar. Nunca más la juventud de México debe ser rehén del ego de pequeños gobernadores inseguros.
