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Jorge Gómez Naredo
Anteayer Alejandro “Alito” Moreno, el presidente del antes todopoderosos PRI, declaró que a Beatriz Paredes -la única aspirante tricolor a la candidatura presidencial del Frente Amplio Progresista (PRI, PAN, PRD)- no le benefician las encuestas.
Dijo el dirigente: “Hemos visto que las encuestas no la favorecen, estamos trabajando. El partido buscará la unidad y el trabajo del Frente. Queremos dejar claro que para nosotros lo más importante es el Frente. El partido está haciendo una reflexión profunda. Lo importante es construir. Paredes es una mujer de Estado, responsable, y estoy seguro de que tomará la mejor decisión: estar al lado de México”.
¿De verdad no le favorecen las encuestas a Beatriz Paredes? ¿De verdad no puede ser una candidata tan o más competitividad que Xóchitl Gálvez? Ayer, en una encuesta del periódico Reforma, se observa que los resultados tanto de Xóchitl como de Paredes serían muy similares.
Si Xóchitl compite con Claudia Sheinbaum, tendría un 27% contra un 44% de la morenista. Pero si lo hace Paredes, el porcentaje sería casi igual, pues bajaría sólo dos puntos, es decir, de 27% a 25%.
Esto demuestra que las diferencias entre una y otra aspirante para ocupar la candidatura del Frente no son tan grandes. Entonces, ¿por qué Alejandro Moreno decidió prácticamente decretar como perdedora a su correligionaria? ¿Acaso no le gustaría al dirigente del PRI que quien encabeza al Frente sea una priísta?
La cuestión es muy clara: Alito Moreno decidió ceder ante los deseos de Claudio X. González, el empresario que hoy manda en el Frente. Por eso presionó públicamente a Beatriz Paredes para que aceptara pronto a Xóchitl Gálvez como la ganadora.
Es muy singular ver cómo un partido con la historia del PRI obedece lo que diga un empresario, y que además ceda ante la imposición de una candidata que no proviene de sus filas, sino de su antiguo enemigo: el PAN. A los priístas de toda la vida esto seguro les da mucha vergüenza. Mucha.
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