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Manifiesto | Llamar la atención

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Abraham Mendieta 

Es un secreto a voces. La Gobernadora panista de Chihuahua, María Eugenia Campos, tiene la imperiosa necesidad de llamar la atención sobre cualquier polémica absurda, para intentar ocultar lo evidente: el fracaso de su administración, desbordada ante la violencia criminal en la Sierra Tarahumara y en Ciudad Juárez, pero también rodeada de escándalos de corrupción que la persiguen desde que su gran amigo César Duarte gobernaba el estado.

El camino de la Gobernadora de Chihuahua se asemeja al que algún día tomó su compañero Diego Sinhué: bravucón, violento, golpeador y confrontativo, que lo llevó a romper relaciones con el Gobierno Federal, para desgracia de Guanajuato.

Sin embargo, algo podría aprender la panista chihuahuense del bravucón guanajuatense, que ante el desastre de su propia administración, incapaz también de abordar el problema de la violencia, decidió dejar de dar declaraciones absurdas e intentar mejorar su coordinación con el Presidente López Obrador, el más votado y aprobado de la historia de la democracia.

Probablemente Maru Campos no tenga ningún problema con esos libros ni con ningún otro, no es una persona que dedique su espacio a ese tipo de pasatiempos, sin embargo, se sube a una polémica nacional con la pretensión de encontrar notoriedad, y lo ha logrado, pero a costa de demostrarle a todo el país que su visión del mundo se parece más a la de un inquisidor medieval que a la de una gobernante moderna, liberal y de vanguardia, que se supone que el panismo debería intentar proyectar.

Maru Campos se equivoca en el cálculo: Chihuahua no es una tierra conservadora, al contrario. En el estado grande surgió la semilla revolucionaria a inicios del siglo pasado, sin contar los movimientos estudiantiles y sociales de los 70’s. De hecho, en Chihuahua y en particular en Ciudad Juárez, se asientan cientos de miles de trabajadoras y trabajadores honestos y comprometidos, de mentalidad progresista, que inclinan la balanza del lado de la justicia social.

Hoy Maru no lo ve, porque se la pasa de viaje: pero está acabando con el poco conservadurismo que aún la respalda, en un estado moderno y abierto que pronto volverá a florecer, tras tantas décadas de violencia y corrupción.

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