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Ana María Vázquez
Poco a poco hemos visto, a las derechas reunirse en eventos que comenzaron en 2021 con el registro de la marca y logotipo de Vox, partido de ultraderecha español, ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, para, legalmente, ofrecer asesorías, difundir proyectos, sondeos, alquilar tiempos publicitarios y un largo etcétera.
Su principal dirigente, Santiago Abascal, fue llevado hasta el Senado y ahí, dieron difusión a la firma de la llamada “Carta de Madrid”, comprometiéndose a frenar el “comunismo” en la “Iberosfera”. La polémica carta fue firmada por los panistas Julen Rementería, Lilly Téllez y América Rangel (diputada favorita de Ricardo Salinas) entre otros.
La segunda etapa fue la declaración de apoyo de Donald Trump y el destape de Eduardo Bolsonaro, apoyado por Javier Milei, Verástegui, que, hacia finales del año pasado, saltó de lleno al destape político, de la mano de El Yunque, ahora llamado (Bien Común), cuyos brazos sociales son YoInfluyo, los Tecos y por supuesto Legionarios de Cristo entre otros, y con el pretexto del lanzamiento de una película de “corte social”.
A este escenario se une el Frente Nacional por la Familia (surgido en 2016), que desde el 2020 alzaba la voz en exigencia al presidente López Obrador oponiéndose a la despenalización del aborto en Veracruz, o la Unión Nacional de Padres de Familia, nacida en 1917 para oponerse a la educación laica.
Todas estas asociaciones aparentemente civiles, sobreviven con donativos millonarios del extranjero para impulsar una agenda política global que busca y obtiene coyunturas en ambas cámaras y así influir en las políticas públicas.
Aunque haya diferencias en sus postulados, la agenda ultra avanza tanto en Europa como en América, como Brasil, El Salvador, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Chile y Argentina.
La represión de Bolsonaro en Brasil, o de Bukele en El Salvador o la estridencia enloquecida de Javier Milei, cuyos discursos recuerdan a Musolini o Hitler, podemos vislumbrar el peligro que representa para un país, una dirigencia con cruz y espada como ley, y por qué el nuevo modelo educativo, diseñado para pensar y razonar, es tan peligroso para su proyecto globalista.