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Sebastián Ramírez Mendoza
Hace unos días el Gobierno de la Ciudad de México dio a conocer los avances en seguridad publicados en la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del INEGI y los resultados son impresionantes. Hoy la Ciudad tiene la tasa de homicidios más baja desde 1989, cifra que desde hace unos años ha ido disminuyendo y la colocan como la séptima entidad del país con menos asesinatos.
A pesar de que existe una estrategia nacional que ha logrado pacificar al país tras la ola de profunda violencia que desató el calderonismo y el peñismo no pudo frenar, los estados están encargados de la prevención y persecución de los delitos del fuero común. Es aquí en donde cobra relevancia la estrategia que desde hace 4 años se implementa en la Capital, una que se centra no solo en la disminución de desigualdades y causas que generan la violencia, sino también en la profesionalización de la institución policial y la coordinación con la Fiscalía y otras entidades.
Lo anterior también se refleja en la percepción de la gente, toda vez que, mientras gobernaba el conservadurismo en la capital, más del 70% de la población se sentía insegura en la Ciudad y ese porcentaje se redujo al 42% en el segundo trimestre de este año.
Aunque la derecha no se cansó de trivializar el ya conocido “abrazos no balazos” que resume esencialmente la política de seguridad de la Cuarta Transformación, esta visión ha traído los resultados quizá más exitosos de un gobierno local en la Ciudad de México. Es por lo anterior que en la Capital no podemos dar ni un paso atrás con la Transformación para seguirla profundizando y no permitir el retroceso, violencia y desigualdad que representa el PRIANRD. Vivir más tranquilas y tranquilos es posible.
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