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Jorge Gómez Naredo
En México, desde el gobierno de Andrés Manuel López, no se censura. Nadie desde la presidencia habla a los periódicos, a las televisoras o a las radiodifusoras para decir que “le bajen”. Nadie pide que muevan a un periodista crítico ni que se elimine tal nota porque “afecta” al presidente. Nadie hace eso.
Desde que llegó López Obrador a la presidencia, se ha gozado de una radical libertad de expresión. En redes sociales pueden inventar cualquier mentira, y nadie es perseguido. Nadie está en la cárcel por decir lo que piensa respecto al gobierno de la Cuarta Transformación.
En realidad, los medios de comunicación gozan de completa libertad de expresión y pueden inventar cualquier mentira y, nadie los multa o demanda.
Ahí está, por ejemplo, Francisco Martín Moreno, quien afirmó que deberían quemarse vivos en el Zócalo a los que simpatizaban de Morena. Nadie desde el gobierno federal le dijo que se callara. No perdió su espacio en el diario Reforma. No dejó de salir en redes sociales.
Sin embargo, hay alguien a quien se le impide decir lo que piensa. Y si afirma algo, lo multan. Esa persona es Andrés Manuel López Obrador. Resulta paradójico que el presidente que ha llevado la libertad de expresión hacia la radicalidad, sea callado por los opositores vía las autoridades electorales.
Y es que la Comisión de Quejas del Instituto Nacional Electoral, a petición de Xóchitl Gálvez, exigió al presidente borrar los videos donde hablara, precisamente, de Xóchitl Gálvez. Además, le exigió que se “abstenga bajo cualquier modalidad o formato, de realizar manifestaciones, emitir comentarios, opiniones o señalamientos sobre temas electorales, en especial respecto de aspirantes a algún cargo o fuerza política, ya sea de forma positiva o negativa”.
Así pues, la oposición hizo todo lo posible para que el INE obligar al presidente a no hablar de Xóchitl Gálvez.
Qué paradójico: en este país todos tienen la libertad de decir lo que quieran porque la garantiza el gobierno de AMLO, sólo AMLO no puede decir lo que piensa.
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