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Abraham Mendieta
Es innegable: tras la elección de los nuevos consejeros y presidenta del Instituto Nacional Electoral, se solventó el bloqueo interistitucional al que la falta de pericia y los egos de Ciro Murayama y Lorenzo Córdova habían llevado al árbitro electoral.
Tras casi un sexenio entero de declaraciones inapropiadas, sentencias con animadversión política, multas y castigos hacia uno solo de los bandos, y utilización de recursos públicos para construir perfiles opositores, el Instituto Nacional Electoral ha cambiado: ahora se aplica la austeridad republicana, empezando por el propio sueldo de Guadalupe Taddei, la consejera Presidenta, y se garantiza, por el momento, la parcialidad pública de quienes velan por la democracia mexicana.
El pasado martes tuvo lugar una reunión histórica en Palacio Nacional, en la que el Presidente López Obrador, acompañado del aún Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quién posibilitó el dialogo para el proceso de renovación del consejo, conversaron con el pleno de la autoridad electoral, en buenos términos y con la mejor voluntad de reconstruir lo que otros rompieron.
Nuevamente, se demuestra que la estrategia política de #ElINENoSeToca como bandera de la oposición, fue un boomerang, pues la renovación del consejo se hizo con la Constitución en la mano, y nunca estuvo en riesgo ningún elemento de certeza democrática. Y por si fuera poco, con el método diseñado durante los propios gobiernos del PRI y del PAN, para que no puedan impugnarlo.
La oposición movilizó a sus bases sociales en defensa de una institución que ya no controlar, que ya no busca necesariamente golpear a la 4T, y cuyas caras más visibles ya no son dirigentes opositores que convocan marchas y escriben libros en contra del Presidente López Obrador con dinero público.
Al final, con este cierre del conflicto, la Cuarta Transformación podrá presumir otra de sus promesas de campaña: la profundización de la democracia en México, un proceso que tantas décadas, fraudes y vidas costó. Pero no solo, también demuestra la capacidad de conciliación, diálogo y respeto a la ley que algunos le quieren regatear a López Obrador.