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abril 27, 2024

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Arreando al Elefante | Los procesos de Proceso

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Ana María Vázquez

Circula una mañosa portada de la revista Proceso mostrando a tres de los aspirantes a la presidencia de la República y la leyenda, “Los tiempos del señor presidente, tapadismo”.

En una extraña maroma se va a los años 70, en donde realmente había tapados y el sucesor se elegía por dedazo presidencial, hoy estamos frente a un proceso que no puede o no quiere leer adecuadamente la derecha, el de la selección auténticamente popular de los aspirantes; cuatro de Morena y dos más de partidos afines. No hay tapados, sus rostros y aspiraciones están ahí, puestas a la vista de todos y bajo las reglas acordadas en la reunión extraordinaria del Consejo Nacional del partido que ha definido tanto el reglamento como los tiempos para que todos los aspirantes hagan campaña libremente y con igualdad de oportunidades. Francamente no veo a ningún “tapado” y mucho menos un dedazo presidencial; la decisión estará en lo que marquen las encuestas, y más aún, se probará con ello la cohesión de las militancias que deben permanecer unidas, tomando como base que lo que debe imperar ante todo es la continuidad de un proyecto de transformación que apenas comienza y que va a llevar más de un sexenio afianzar y reforzar.

Será interesante ver el proceso de elección del candidato o candidata, ya que, si bien todos han manifestado su adhesión a la continuidad, los matices en este sentido serán fundamentales para llevar cada campaña a buen puerto.

¿Cuáles son los pendientes? Los principales a mi juicio son:

1.- La pacificación, una guerra desatada hace años, puertas abiertas al narco que no ha podido revertirse.

2.- Reforma judicial, profunda y sin miramientos, que abarque desde el policía de zona hasta a los magistrados. 3.- Terminar de limpiar la corrupción. El flagelo sigue ahí, hasta dentro del partido que ha abierto la puerta a algunos corruptos de la derecha y los ha blanqueado, contaminando así un proyecto que a momentos recuerda mucho al del viejo PRI.

El presidente deja un país estable económicamente, con proyectos que arrancarán cuando cierre su sexenio y garantizarán la prosperidad del país, es nuestra obligación y deber como ciudadanos no permitir retrocesos nunca más.

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