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Jorge Gómez Naredo
Delfina Gómez ganó la gubernatura del Estado de México, y lo hizo de forma contundente. Ni las campañas de odio en su contra ni las mentiras que difundieron sobre su trayectoria política pudieron afectarla. Nada les sirvió a los del PRI y sus aliados.
Los mexiquenses salieron a votar, y lo hicieron con esperanza y con alegría. Sabían que su voto era el arma para echar al PRI del gobierno, para terminar el saqueo, para parar de una buena vez a esos personajes que durante años se sintieron dueños de todo en esa entidad. Ya no estarán gobernando ahí. Ya no harán daño. Ya no serán los que manden.
Hay muchos retos ahora. La maestra Delfina se encontrará con una entidad que ha sido saqueada por casi 100 años, con muchísimas desigualdades y carencias, con índices de delincuencia altos y de marginación enormes. El trabajo que tendrá que hacer será titánico, pero ella sabe bien cómo hacerlo. Además, tiene un pueblo que la apoya, que la quiere, y que busca que las cosas en el Estado de México se transformen.
El PRI queda hundido. Perdieron en la entidad donde jamás habían perdido y donde obtenían la mayor cantidad de recursos. Ahora, ¿qué harán? ¿En dónde se harán fuertes? Con una elección cerrada en Coahuila, el único gobierno que aún tienen es Durango. Gobierna más gente Movimiento Ciudadano que el PRI. Así pues, esta elección deja al otrora partidazo en vías de extinción.
Y el PAN, que se unió con el PRI, también se hunde. Pensaban que unidos arrasarían en el Estado de México, y recibieron una paliza. Además, con el resultado, quedó demostrado que la alianza PAN-PRI-PRD va perdiendo fuerza, y a como se ven las cosas, llegarán a la elección de 2024 no sólo cargando grandes derrotas, sino sin rumbo, sin bases, sin proyecto de nación y sin propuestas.
Morena sale fortalecido de esta elección. Ganó la entidad más poblada del país, y consolidó el proyecto de la Cuarta Transformación, en el que el pueblo es base de toda acción de gobierno.
Pero los que ganaron más en esta elección fueron los habitantes del Estado de México: hay esperanza, hay liderazgo, y a un futuro colectivo que pinta, por fin, muy bien. Y eso hay que celebrarse.
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