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La candidata tricolor tiene la pesada losa de la corrupción y fracaso del actual gobierno priísta en la entidad
Juan Hernández
En el debate de hoy, a menos de 15 días para que 12 millones de mexiquenses salgan a votar para renovar la gubernatura del Estado de México, la candidata Alejandra del Moral de la coalición “Va por México” (PAN, PRI, PRD) se juega su última carta ante la ventaja de Delfina Gómez de la alianza “Juntos Hacemos Historia en el Edomex” (Morena, PVEM y PT) en encuestas. Entre los temas abordarán ambas aspirantes destacan Seguridad y Justicia; Economía y Empleo; Educación; Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable.
Asimismo, se prevé que, en este segundo debate, ambas candidatas “sacarán toda la artillería pesada” con reclamos, denuncias y reproches a fin de buscar posicionarse en la preferencia electoral; sin embargo, especialistas en materia electoral advierten que independientemente del resultado del debate, los números no se moverían para favorecer a alguna de las contendientes.
LOS ESCÁNDALOS LAS PERSIGUEN
Entre los temas incómodos para Delfina Gómez, sobresalen las presuntas irregularidades en la SEP, que fueron señaladas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de alrededor de 830 millones de pesos y después de un golpeteo mediático, todo fue aclarado y justificado. También se ha buscado usar como arma contra la morenista la sanción de 4 millones de pesos impuesta por el TEPJF, por la omisión de ingresos en los años 2014 y 2015, lo cual, también fue aclarado.
En cuanto al caso de la candidata tricolor, Alejandra del Moral, pesa un enorme desprestigio del gobernador Alfredo del Mazo, quien hundió al estado en los primeros lugares en inseguridad, violencia, feminicidios, pobreza, corrupción y rezago social, a lo que ella responde: “Me toca arreglar platos que yo no rompí”. De igual manera se le señala de un presunto fraude cometido en el 2015 por 115 millones de pesos mediante la simulación en la compra-venta de mil 49 casas cuando era alcaldesa de Cuautitlán Izcalli, escándalo en donde se señala la intromisión del entonces presidente, Enrique Peña Nieto, para proteger a Del Moral.
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