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mayo 02, 2024

Voces

Arreando al Elefante 1 Avances y retrocesos

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Ana María Vázquez 

No hace mucho existía la represión similar a la que ahora sucede en Nicaragua, en donde Rosario Murillo y Daniel Ortega han expulsado y retirado la nacionalidad a más de 300 intelectuales, pensadores, críticos y artistas, colateralmente han cerrado y/o expropiado medios de comunicación.

El mundo está en silencio, apenas unas pequeñas notas en una esquina, muy lejos de las primeras planas; aunque otros, como Elena Poniatowska si han alzado la voz denunciando lo que antes vivimos aquí.

Quizá no lo sepas, quizá no lo recuerdes, tal vez eras muy pequeño pero en México, en varios sexenios tuvimos épocas de silencio, de represión, de desapariciones, de asesinatos, de presos políticos y de conciencia y no solamente fue el 68 con Díaz Ordáz.

Pintores, escritores, periodistas, dueños de medios y otros muchos fueron encarcelados o perseguidos por alzar la voz, denunciar, señalar…hablar.

Desde la época de Pascual Ortiz Rubio, quien encarceló en el penal de Lecumberri al pintor David Alfaro Siqueiros, hasta las épocas de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, quienes fueron responsables por ejemplo del injusto castigo de periodistas como Jesús Lemus, encarcelado 1100 días en el penal de Puente Grande; los nombres se acumulan a lo largo de la historia del país. Muchos que nunca fueron encontrados, quizá terminaron en Guerrero, en la Fosa Menéndez, un lugar que era secreto a voces y en el que amenazaban con desaparecer a los que la indignación les impedía cerrar la boca.

Nunca antes se había visto tan al desnudo la corrupción de otros sexenios, así, sin tapujos, exhibida a nivel mundial en una corte norteamericana, y aunque es frustrante que esos juicios aún no se hagan aquí, que los cómplices, encubridores y propiciadores quizá jamás se paren en una corte y que todavía falte mucho para ver una real justicia, una cosa es cierta: hemos ganado con sangre el derecho a hablar, a exigir, a pedir que nunca más se sellen las voces, que el miedo a ser denunciados o silenciados por el gobierno no volverá y que las voces disidentes como las de la derecha que aun piensa que puede engañar al pueblo, se extinguen solas y no por decreto presidencial como sucede ahora en Nicaragua, que muestra un triste retroceso, contrario al avance que ahora existe en nuestro país.

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