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Sebastián Ramírez Mendoza
Este pasado 2 de octubre celebramos el 11 aniversario de nuestro partido-movimiento, y desde la Ciudad de México nos reunimos para celebrar, pero también para recordar de dónde venimos.
En ese entonces vivíamos una de las peores olas de violencia tras el fraude electoral del 2006, cuando quien ostentó una presidencia robada le declaró una guerra a la ciudadanía para legitimarse en el poder, y que a la fecha seguimos padeciendo. Vino con ella una grave crisis económica y la primera necesidad era transformar al país.
Recordarán las y los lectores que también se habían agotado los instrumentos de lucha de los que el pueblo se había dotado antes, pues los partidos y organizaciones existentes habían sido tomadas por burocracias oligárquicas que negociaban con el régimen y habían olvidado sus causas fundamentales.
A pesar de que el presidente ha entregado décadas de su vida a la transformación, debemos tener presente que esto es un proceso y queda aún mucho por hacer. Nuestra misión es que no haya una sola niña o niño con hambre, que ningún mexicano tenga que dejar su tierra por la violencia, que ninguna mujer se sienta insegura en las calles.
No podemos olvidar que nuestro movimiento es el instrumento de lucha de los humildes, de las mujeres, de los pueblos indígenas, de los olvidados, del pueblo, y de esa forma debemos cuidarlo.
Vivimos hoy la peor embestida mediática que hayamos presenciado desde que la derecha decidió atrincherarse en nuestra ciudad, pero las causas democráticas que representamos nos exigen mantener la autoridad moral que nuestro presidente ha logrado con su honestidad, dejar de lado las trivialidades y cerrar filas con miras
a consolidar la transformación, para no permitir que el conservadurismo avance en la ciudad de los grandes derechos y las libertades, para eso fundamos Morena Dejémosle muy claro a los antiderechos que en la Capital no pasarán.