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abril 23, 2024

Voces

Arreando al Elefante | Heridas

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Ana María Vázquez 

El 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Manifestaciones en la Ciudad de México, Coahuila, León y las principales ciudades del país. La cifra oficial de desaparecidos en el país oscila entre los 100 mil, la primera, dolorosísima
de la que podemos hacer recuento en nuestra historia contemporánea es la de la masacre del 68, luego la de la liga 23 de Septiembre, con Díaz Ordaz y Echeverría, respectivamente, el sexenio oscuro de Calderón, y así, hasta llegar al doloroso Ayotzinapa.

En las pancartas se lee: ¡Los encontraremos!, mientras una joven activista busca aún a su madre, desaparecida hace 44 años, ella iba a cumplir un año cuando se llevaron a su madre al Campo Militar Número 1, en todo este tiempo solo ha conseguido una fotografía donde se le ve con el terror en los ojos.

¿Y tú qué harías si fuera tu hijo?, se lee en una cartulina que una mujer coloca en el Monumento a los Desaparecidos… ¿qué haría yo?, romper la tierra hasta encontrarlo, gritar hasta quedarme sin voz, exigir aunque me mataran… ¿qué harías tú?

En la concentración del Ángel de la Independencia, jóvenes con playeras blancas portan la foto del familiar que desapareció y que dejó un vacío que nadie llenará. ¡Ojalá no tengan que vivir lo que nosotros estamos viviendo!, dice en su discurso una madre buscadora y
continúa ¡No olviden, ustedes también están en riesgo, si hoy no nos acompañan, no nos gustaría tenerlos mañana aquí, de este lado exigiendo!

Son más de 105 mil personas desaparecidas y la cifra crece día con día, ¡El pueblo, mirando, también está apoyando!, se escucha la arenga.

Jalisco tiene el récord de más de 14 mil desaparecidos. Eventos similares se dieron en Venezuela, Colombia, El Salvador, Nicaragua… las desapariciones en Latinoamérica son pan de todos los días, las víctimas del narco y de regímenes totalitarios descansan en la tierra, los ríos, las zonas más apartadas en donde se pretende que jamás sean encontrados.

El neoliberalismo trajo eso y más, destrucción de almas y tierras, saqueo, dolor, desolación. Heridas que no cerrarán nunca hasta que sean encontrados y los responsables, juzgados y castigados, hasta que la sangre inocente que aun clama desde la tierra pueda descansar y las familias cierren ese capítulo de horror que aún viven.

Una oración y un minuto de silencio… ¿Qué harías si te tocara a ti?

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