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abril 26, 2024

Voces

Arreando al Elefante | Urge una nueva legislación sobre el agua

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Ricardo Sevilla 

La crisis hídrica que actualmente está padeciendo la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León, ha dejado ver dos cosas: por un lado, la ineficacia del gobernador Samuel García para enfrentar el problema y, por otra parte, la rampante corrupción que existe en torno al agua en todo nuestro país.

La incapacidad de Samuel García ha sido tan grande que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, ha tenido que ir hasta Nuevo León para decirle al mandatario estatal que la Federación, a través de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), será la que tome el control del vital líquido en ese estado.

Esta acción de parte del Gobierno Federal ha sido sumamente importante, ya que logró, al menos por el momento, que 14 de los más voraces grupos empresariales: Alfa, Vitro, Ternium México, Hylsa, Cemex, Femsa, Grupo Allen, Grupo Bachoco, Grupo Lala, Ganadería Integral, Cultiva, Nexus y Grupo Bonafont de Nestlé México y la Cervecería Cuauhtémoc, se comprometieran a ceder el agua concesionada. Habrá que ver si cumplen.

Pero no hay que lanzar campanas al vuelo ya que la extracción ineficiente del agua subterránea, el alto requerimiento del sector agrícola e industrial, el crecimiento sin planeación de las ciudades y el aumento en el número de sus habitantes, así como la falta de infraestructura para tratar las aguas residuales, todo ello aunado a las sequías cada vez más severas, repercutirán cada vez más duramente en la disponibilidad y calidad del agua.

Y que no se nos olvide que fue Carlos Salinas de Gortari quien, en 1992, inició el camino hacia la privatización del agua, promulgando la actual Ley de Aguas Nacionales, que, a pesar de ser obsoleta y perniciosa para la población, hasta el día de hoy se encuentra vigente.

Cabe recordar que la aparición de dicha ley fue uno de los requisitos que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá le impusieron al gobierno de Salinas para que accedieran a firmar el TLC. Pero, más allá de este necesario repaso histórico, urge una nueva ley sobre el agua, más acorde con la actualidad mexicana.

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