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Robo de coladeras en Iztacalco afecta a peatones, automovilistas y ciclistas
Juan R. Hernández
El robo de coladeras es un delito que puede afectar el tránsito seguro de peatones, ciclistas y automovilistas, afirmó la diputada del PT, Jannete Elizabeth Guerrero Maya quien propuso al Congreso capitalino exhortar al Sistema de Aguas y a la Secretaría de Obras del gobierno CDMX, así como a la alcaldía Iztacalco para atender solicitudes vecinales y reponer las tapas, coladeras y rejillas faltantes en las vialidades de esta demarcación.
Asimismo, la petista propuso evaluar la posibilidad de cambiar gradualmente esta infraestructura de hierro por otra elaborada con materiales de plástico reciclado o concreto y además, solicitó a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y al Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C-5), amplíen la vigilancia policial en las calles de esta demarcación para prevenir y evitar el robo de tapas, coladeras y rejillas.
La diputada Guerrero Maya, aseguró que al trasladarse por la capital, a pie, en bicicleta o automóvil, es frecuente encontrar calles en las que falta esta infraestructura urbana, lo que pone en riesgo la movilidad de peatones y automovilistas, principalmente de adultos mayores y personas con discapacidad.
Señaló que este problema se extiende a toda la ciudad. Como ejemplo, señaló que las avenidas con mayor robo de coladeras, son: Insurgentes, Circuito Interior, Periférico, Ignacio Zaragoza, Viaducto Río Piedad, Eje 3 Oriente y Eje 1 Poniente.
“Una rejilla de piso cuesta 11 mil pesos, un pozo de visita poco más de 9 mil y una coladera pluvial 4 mil pesos; mientras que en comercios dedicados a desechos industriales son vendidas en un promedio de 500 pesos”, indicó la legisladora.
Aseguró que en los últimos meses han aumentado los reportes a su módulo de atención ciudadana, señalando el robo de estos objetos en la alcaldía Iztacalco, lo que ha constatado en recorridos y reuniones vecinales.
Finalmente, la diputada Jannete Guerrero propuso utilizar objetos elaborados con plástico reciclado, que son 40 por ciento más baratos y tienen una vida útil de 50 años, para ayudar a disminuir su robo.
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