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Dardo complaciente

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De que estoy de acuerdo, plenamente, con tener un México mejor, un México en donde haya una justa distribución de la riqueza, en donde el común denominador sea el vivir la cultura del bien colectivo, en donde la justi­cia se aplique a tiempo y en forma, en donde el apoyo a las Universidades públicas sea total, en donde se acabe la impunidad y la violencia pase a la historia, para eso, como arriba digo, doy todo mi apoyo; llamo a los cuatro vientos de los cuatro puntos cardinales que, no sólo mi persona, sino todos los mexicanos desea­mos tener ese México. Y este deseo lo afirmo al cumplirse un año de la gestión de AMLO, un año de altibajos, un año en donde el go­bierno ha resentido los embates de las fuerzas contrarias a los bienes colectivos arriba enu­merados y que la 4T está empeñada en llevar a bien fin. Y si mis Dardos se clavan continua­mente en las partes blandas de los gobernantes, es porque algunos de llos se lo merecen, es porque se han desviado de sus deberes cons­titucionales, o que cometen actos contrarios para lograr el éxito debido de los programas que nos lleven a la paz democrática. Y acla­rado que fueron mis simpatias por el cambio y por darle la puntilla a los vicios neolibera­les, yo no aplaudiré las gestiones que redun­den en un beneficio, o no cantaré de emoción al ver que se están cumpliendo cabalmente con los programas gubernamentales, no, no lo haré, porque para eso el pueblo de México ha votado, sí, votó para que cumplen con las leyes y votó porque deben de sujetarse siem­pre a los mandatos contemplados en nuestra Constitución Política. Sí, votamos para que todo lo hagan bien, no para que engañen, no para que traicionen los principios revolucio­narios, sí, para que gobiernen bien, por eso votamos. Así que yo únicamente señalaré lo que desde mi punto de vista considere que esos politicos, los de arriba y los de abajo, es­tán fallando en su cometido. Sí, me declaro crítico contumaz, crítico que no da su “bra­cho” a torcer. Yo ya me monté en mi macho, y no daré marcha atrás. Esto, el ser crítico de los malos actos de los gobernantes, lo ejerci­to desde muchos, muchísimos años atrás (en el Universal, el Universal Gráfico, Revista de Revista, El Búho, decano de los editorialistas en el Diario de México, etc. etc.). Y sostengo que las tribunas que la prensa escrita mantie­ne, son el camino correcto para, dentro de los límites de la libre expresión, señalar las des­viaciones y los pasos indebidos cometidos por los gobernantes.

 

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