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Historia de vida: La llave china

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Carlos Ríos Quiroz

Doña Isabel guarda con celo la foto de su hijo Jesús (Chuchín). Es la única que conserva luego de que un incendio terminara con los recuerdos de toda su vida.

Hasta los 19, Chuchín fue un hijo ejemplar, le gustaba el box y entrenaba todos los días por el rumbo de La Lagunilla, quería ser profesional y competía en el torneo de los Guantes de Oro por allá en los ochentas.

Sus padres eran vendedores ambulantes en la calle de Corregidora, antes, en La Merced, tuvieron un par de bodegas de chile que su marido perdió, ebrio, en una partida de póquer.

Aunque ya sin ser dueños de esos negocios, aun vivían ahí con sus seis hijos en la calle de Roldán, en el Centro Histórico.

Recuerda con nostalgia los días que pasó en el Hospital de Xoco vigilando los sueños de su hijo Jesús, velando su agonía luego de que fuera apuñalado la mañana de un sábado.

Chuchín se volvió uno de los tantos asaltantes que cometían sus fechorías por las calles de la Candelaria de los Patos y La Merced.

Su madre le había pedido con insistencia que volviera al buen camino, que regresara a la escuela de derecho, pero las carencias en casa no le permitían seguir estudiando y buscaba dinero de la manera más fácil, hasta que se topó con uno de su calaña.

Aquella mañana hizo lo acostumbrado, eligió al prospecto y lo sujetó por la espalda pretendiendo derribarlo, a lo lejos, varios mecapaleros que descargaban un camión vieron cuando intentaban atracar a su patrón y corrieron a defenderlo.

EL primero que llegó sacó el cuchillo con el que cortaba los mecates de los costales de papa y lo apuñaló.

Doña Isabel sacó la foto del marco de madera, era más bien el recorte de un periódico policiaco que aún conservaba el cabezal:

Comandados por el Chuchín

CAEN PELIGROSOS CHINEROS

Los Chuchines tenían años atracando por la zona de La Merced; hay decenas de denuncias en su contra.

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