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Fui a uno de estos nuevos supermercados, donde te puedes sentar a comer todo tipo de alimentos en islas, en las que además, puedes elegir lo que ofrecen en cualquier lugar del establecimiento.
Mientras veía la mecánica, porque nunca había comido en uno de estos nuevos conceptos, nos atendió Hugo.
Un muchacho de aproximadamente 26 años, que desde que nos vio llegar se acercó y nos comenzó a explicar con gran ánimo todas las opciones que teníamos para comer. Me sorprendió su entusiasmo, calidez y el esmero en la atención. Como si él fuera el dueño del negocio.
Personalmente se salió de la isla de comida en la que nos sentamos, para ir a buscar unas bebidas que no estaban en su espacio, pero aun así, él se ofreció a ir por ellas.
Le pregunté: «¿Qué estudiaste?, ¿o sigues en la escuela?»
Me platicó que acaba de llegar a ese lugar, transferido de otra plaza del país y que dejó incompleta la carrera de gastronomía.
Hugo pertenece de acuerdo a datos del INEGI (Encuesta Ingreso Gasto de los Hogares ENIGH 2018) al decil I, es decir, a la parte de la población que cuando mucho alcanza hasta 9 mil 113 pesos mensuales de ingreso.
Por otra parte, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL 2018), refiere que son 71.7 millones de mexicanos los que no tienen seguridad social y 8.6 millones que son vulnerables por ingresos.
Pero más allá de datos económicos, Hugo representa ese México bueno de personas que trabajan honestamente, que se esmeran en hacer bien las cosas, sabiendo que el camino a recorrer es muy largo y muy duro, si se decide tomar la vía correcta.
Hay muchos Hugos en México. Una real transformación en este país se podrá lograr cuando los 52.4 millones de personas (41.9 % de la población) que viven en pobreza, salgan de ella y cuando se generen empleos calificados y bien pagados para que Hugo, pueda cobrar más al terminar su carrera de Chef. Porque el problema de raíz de las economías en vías de desarrollo (la manera elegante de llamar al subdesarrollo), radica en que la mano de obra no es especializada y por ende los salarios son ínfimos. La especialización va de la mano con la competitividad y con salarios que realmente promuevan el desarrollo.