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Hay en todo Tabasco una atmósfera muy impregnada de “mala vibra”. Cuando usted entra al “face”, siente de inmediato que sus textos o ideas son de inmediato “retachados”. Es normal. La democracia del “face” permite que cualquier hijo de vecino pueda sacar de su interior todos los complejos, ardores, fobias, odios, antipatías o aversiones personales. Quizá exagerando pueda este su servidor decir que el 80 por ciento de los emisores del “face” proyectan una mentalidad negativa. Pero en la vida real, el tabasqueño no practica la política. Por el contrario, en Tabasco se practica todos los días la antipolítica. Vea usted hoy como una docena de presidentes municipales de ambos sexos, empiezan a tener problemas como administradores.
En el PRI por ejemplo, hay una guerra declarada de “egos”. Pedro Gutiérrez, dirigente “formal” de ese partido en Tabasco, no esconde su ambición de seguir figurando en la “nomenkatura” que seguirá cuando haya un nuevo dirigente. Lo mismo pasa con Félix Eladio. Entre ellos veo a una muchacha de muy buena fe que ama a su partido, Beatriz Ramón Contreras. ¿Cuál es la mejor característica que la distingue, aparte de su buena fe? Su preocupación por mantener a su instituto cohesionado. Sabe que si su partido se extingue, perderán todos. Betty es un garbanzo de a libra.
Veo también que Georgina Trujillo se ha acercado con “proyectos” al gobernador Adán Augusto, pero no la veo cerca de su partido. Como que el PRI le estorba en sus planes. Y así puedo decir que no tenemos material político de excelencia. Quizá haya aproximaciones. En el Congreso del estado quizá esté concentrado el grueso de este aceptable material.
Le daré algunos nombres. Espero que usted lector (a) esté de acuerdo conmigo.
Veo en la Cámara local a Nelson Vaca, Dolores Gutiérrez y Patricia Hernández del PRD; a Ena Bolio, Exequías Braulio Escalante, Beatriz Milland, Rafael Sánchez Cabrales y Tomás Brito Lara, de MORENA; a Katia Ornelas, Gerald Washington Herrera e Ingrid Rosas, del PRI y Manuel Sepúlveda, con etiqueta de independiente, Y párele de contar…