Visitas
En el templete del zócalo, ubicado frente a la Catedral, sólo había cuatro personas. El presidente Andrés Manuel López Obrador y su esposa, Beatriz Gutiérrez Müeller. Ahí tenían que estar. Las otras dos ahí presentes, sí con un significado especial.
Por un lado, sentada junto a Gutiérrez Müeller, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Necesitaba el apapacho. Necesitaba el foro. Necesitaba del respaldo presidencial. En las últimas semanas, su aprobación ha venido en caída libre, y está casi tan mal como Miguel Mancera al final de su gestión, allá en 2017. Tenía que apuntalarla.
Al otro lado, sólo, el aval moral de López Obrador: Porfirio Muñoz Ledo, el más firme crítico y opositor al gobierno de López Obrador. Paradójicamente, parte de su movimiento: es presidente de la Cámara de Diputados, gracias a una candidatura por Morena y los votos de los diputados de Morena.
Este hombre de 87 años, puede decirse, es padre del movimiento que llevó a López Obrador a Palacio Nacional. Fue el pilar de la ruptura al interior del PRI en 1987, de donde surgió el propio Andrés Manuel.
La suerte estuvo de nuevo con López Obrador este lunes, como siempre le ha acompañado. Hacia las 16:00 horas una lluvia pertinaz azotaba el Centro de la Ciudad. Pero apenas media hora después, el agua se había marchado y ya no afectó de ninguna manera el evento presidencial.
Unas 85 mil personas, de acuerdo con la Policía capitalina. La plancha del zócalo llena. No así las calles aledañas.
Esta vez se percibió menor euforia de los asistentes. Sí hubo aplausos, gritos de apoyo: “¡Presidente, presidente!, ¡No estás solo, no estás sólo!” Pero no fueron tan prolongados como para que López Obrador los tuviera que apaciguar en su discurso.
Al viejo estilo del PRI, si no acarreados, sí hubo cientos de autobuses que trasladaron a la gente hasta la calzada de Tlalpan, donde ocuparon los carriles de sur a norte para estacionarse. La fila iba desde el Viaducto hasta donde termina la avenida para entrar a la calle de 20 de noviembre. De ahí, miles caminaron hasta el zócalo.
López Obrador recibió otra buena noticia antes de su informe. Un tuit de Donald Trump decía que los aranceles contra México “ya están fuera de toda consideración porque está haciendo un gran trabajo para frenar a los migrantes”.
Una hora y media su discurso, exactamente. Al final, López Obrador bajó del estrado y entró por la Puerta Mariana a Palacio Nacional. Desde ahí, publicó en su cuenta de Twitter una bella postal del zócalo abarrotado, con un texto muy breve: “¡Gracias de todo corazón! ¡Jamás los traicionaré!”
Así, el día de la 4T.