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DESDE FILOMENO MATA 8
MOURIS SALLOUM GEORGE
@vocesperiodista

PSE PUEDE PERCUDIR UN EMBLEMA, NO LA MEMORIA HISTÓRICA

Tres destinos políticos y diplomáticos tienen en su curso la noble sombra de un gigante mexicano: Lázaro Cárdenas.

En 1939, el Gran Expropiador ordenó el cierre de la Embajada de México en Madrid. Había irrumpido Europa el demonio nazi y estallado la Segunda Guerra Mundial.

Cónsul en París, el humanista poblano don Gilberto Bosques hizo de su despacho un recinto itinerante hacia Bayona y Marsella.

Desde ahí protegió la vida de miles de franceses y españoles; victimas los primeros de la Alemania Nazi; los segundos de la dictadura de Franco. México les dio acogida.

Del árbol cardenista abrevó su saviadon Alejandro Carrillo. Embajador plenipotenciario para África desde El Cairo, el sonorense fue un decidido combatiente contra el Apartheid de África del Sur.

Mozo aún, el ingeniero Gonzalo Martínez Corbalá inició su formación política en el sexenio del divisionario de Jiquilpan.

Embajador de México en Chile, a partir del golpe contra Salvador Allende en septiembre de 1973 desafió la furia de Pinochet, asilando en la legación a miles de chilenos víctimas de la barbarie militar que luego viajaron a México.

Hazaña humanitaria de tal magnitud, la retomó en los ochenta el canciller Bernardo Sepúlveda Amor.

Paralelamente a su gestión pacifista al través del Grupo Contadora, la cancillería mexicana abogó por cientos de miles de centroamericanos que en México encontraron su segunda Patria.

Por ese medio siglo de diplomacia soberana cruzan los nombres del general Cárdenas, don Adolfo López Mateos, Luis Echeverría y Miguel de la Madrid. México mereció el Premio Nobel de la Paz. Se dice pronto.

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