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Desde antes de que amanezca, en la esquina de Calle Cuarta y Octava Avenida en el centro de Tapachula, decenas de migrantes acuden todos los días a las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para aclarar su estatus legal y poder transitar libremente por el territorio mexicano.
Familias enteras provenientes de distintas naciones de Centroamérica, África y el Caribe entregan una solicitud de asilo político, cuyo análisis y respuesta demora de tres a cuatro meses, en los cuales deben permanecer en esta ciudad.
Por momentos las filas alcanzan cuadras enteras y otras veces se aglomera una multitud en la puerta de la institución.
Con la mano alzada, los migrantes agitan sus hojas de solicitud teniendo esperanza y a ratos desesperación en búsqueda de ser atendidos o de escuchar su nombre para conocer el avance de su trámite.
Las horas del día son insuficientes para atender todas las solicitudes y las autoridades se han visto rebasadas en sus capacidades de dar respuesta a los migrantes, quienes acuden a albergues mientras su trámite se resuelve.