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PLUMA INVITADA
PORFIRIO MUÑOZ LEDO
“REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY” FUERON SUS POSTULADOS EN EL LLAMADO PLAN DE AYALA
Acudimos hace días al santuario de la Revolución Mexicana, en el aniversario del vil asesinato del General Zapata. Afirmé que nuestro mejor homenaje es la reflexión colectiva sobre su trayectoria, su sacrificio y sus ideales. Emiliano Zapata es un ícono sin fronteras. Ahí donde aparezca su imagen, en cualquier rincón del mundo, está el retrato simbólico del México profundo: un país marcado por la desigualdad ancestral y por luchas inacabables en favor de la justicia.
“Reforma, libertad, justicia y ley” fueron sus postulados en el “Plan Libertador de los hijos de Morelos”, conocido como Plan de Ayala. Es un enérgico reclamo contra el despojo que ha prevalecido desde la Conquista y en favor de los derechos históricos de los pueblos originales y comunidades agrarias.
La única restitución de propiedad territorial que hemos tenido en nuestra historia y la única distribución efectiva de la riqueza ha sido la reforma agraria, finalmente ejecutada por el general Lázaro Cárdenas, quien llamaba a este sitio el “venero del agrarismo”. Otorgar la custodia celosa de las tierras, territorios y recursos naturales a los campesinos, que no a las empresas mercantiles nacionales o extranjeras.
La Tercera Transformación del país desembocó en dos vertientes que a la postre confluyeron en la Constitución de 1917. Cuando se establece la Soberana Convención Revolucionaria, después trasladada a Aguascalientes, se busca síntesis misma que unifique el pensamiento de los dos bandos en contienda: el que encabezaban los generales Emiliano Zapata y Francisco Villa, y el que acaudillaba Venustiano Carranza. Los primeros querían un nuevo constituyente, desvinculado de la Carta de 1857, mientras los segundos pretendían restaurarla con reformas. De ahí el título de nuestra Carta Magna que dice: Constitución de 1917, que enmienda y adiciona la de 1857. Ese era el propósito. ¡Zapata vive, su lucha sigue!