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El escándalo que provocó Luis Miguel el martes pasado en Panamá, al dejar de cantar por supuestas fallas en el sonido y entre telones aventarle el micrófono al técnico de audio con el que estuvo a punto de liarse a golpes, pone de manifiesto a un Luis Miguel irascible.
No cabe duda que los excesos lo están llevando al abismo, así lo confirmaron en un sondeo para GRUPO CANTÓN, tres especialistas en su ramo.
Claudia de Icaza, periodista y escritora del libro Luis Miguel, el gran solitario: “Es evidente que Luismi no está sabiendo manejar el problema de la bebida desde el momento que ya está afectando su parte profesional, que nunca había ocurrido. Los amiguitos que hicieron la serie con él, deberían hacerle el favor de meterlo a una rehabilitación. Eso sí, tiene un problema muy grave con el oído, que le impide oír la música y por eso se la pasa enojado con los músicos. Eso, más la copa, ahí está el resultado”, reveló.
Por su parte, el médico Manuel Alvisúa Ponce, dice: “Los síntomas de una persona que ingiere alcohol, lo combina con drogas y exceso de trabajo, presenta un cuadro crítico que se debe atender de inmediato. Los efectos en el sistema nervioso se manifiestan con ira, impaciencia e intolerancia. El cuerpo cambia, le puede dar insomnio, tiene un círculo vicioso difícil de vencer. Se tiene que desintoxicar”, dijo.
El psicólogo Omar Velasco agregó que el artista está completamente neurótico: “La neurosis se presenta en personas que no perciben claramente cuáles y cómo son sus necesidades y sus emociones. Las personas que padecen de neurosis, tanto por su personalidad, como por su forma de actuar, pierden la oportunidad de sentir la satisfacción con su vida en general y con las personas que conviven”, comentó.
Esto se venía venir desde hace 12 años, cuando el famoso cantante corrió violentamente a un baterista, el cual lo demandó y ganó. En 2015 no terminó una serie de conciertos que tenía programados en el Auditorio Nacional, pues en una de esas presentaciones solo cantó tres canciones, arguyendo que se sentía mal del oído, y se salió del escenario dejando al público molesto.
Al año siguiente (2016) quiso resarcir el daño, pero volvió a dejar a sus seguidores plantados. Tuvo un arreglo con la empresa OCESA, y al final de 35 conciertos que dio, en el último llegó totalmente borracho. En marzo de 2018, en Acapulco, Luismi se peleó con el encargado del sonido, aunque el ingeniero argumentó que todo estaba en orden. Personal del staff dijo que Luis Miguel no hace pruebas de sonido y llega tomado, unos minutos antes de empezar su show.