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Un vehículo contratado mediante una App como taxi en la CDMX, no es precisamente un taxi. De esta idea surge el reclamo de diversas agrupaciones de taxistas hacia el gobierno central y al de la llamada 4T de que hay una competencia desleal.
Los choferes que protestaron el pasado 20 de febrero también han ido a la Semovi a decirle al nuevo secretario Andrés Lajous que “cuando vea las barbas del vecino afeitar, ponga las suyas a remojar”, porque -afirmanes absurdo que las autoridad denoste a los taxistas diciendo que operan en pésimas condiciones cuando es ella misma quien los regula.
Por ello, en vez de ser “satanizados” ante los usuarios, los taxistas piden capacitación. En sí, lo que exigen es que las seis empresas de taxis por aplicación dejen de prestar sus servicios.
Lo que ya no quieren los taxistas es que los gobiernos afecten sus ingresos “favoreciendo a las empresas extranjeras”. Si al dilema le agregamos la existencia de taxis pirata, entonces ya son tres opciones: taxis de primera, segunda y de tercera.
La solución: O el gobierno moderniza a los taxis con una App, o a los de aplicación los hace pagar los mismos trámites. ¿Y los pirata?