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POLIGRILLA MEXIQUENSE
Pablo Cruz Alfaro
En nuestra pasada entrega enumeramos a dos connotados panistas que brillaron en sus administraciones por las corruptelas en que incurrieron, Edgar Olvera Higuera y Ana Balderas Trejo.
Mientras el primero se protegió con el manto protector que da una diputación local, Balderas Trejo quedó al descubierto, y en cualquier momento le podrían ser fincadas responsabilidades.
La exalcaldesa de Atizapán de Zaragoza, Ana Balderas, convirtió la alcaldía en una agencia de colocaciones, en ella empleó a sus parejas sentimentales dándoles un poder envidiable, el cual aprovecharon para enriquecerse de forma escandalosa.
Alberto Torres Almeida, tesorero en la gestión de Gonzalo Alarcón y recluido un tiempo en el Penal de Barrientos, fue uno de ellos. El poder que ejerció en la primera parte del Gobierno de Balderas Trejo, fue descomunal, manejó recursos municipales, cobró diezmos a contratistas, favoreció a proveedores afines con contratos millonarios que le redituaron pingües ganancias.
Se dice que con la enorme fortuna que amasó, apostó por algunos alcaldes morenistas. Lo cierto es que el tema de la bursatilización de recursos federales por el que estuvo preso, aún no concluye y parece que las cosas no le pintan del todo bien.
Jorge Becerril, ocupó la posición de Torres Almeida en la segunda parte del Gobierno de Balderas, en esta etapa el desorden y la corrupción brillaron, entre la Comisaría de Seguridad Pública y la Dirección de Administración, se acumularon millones de pesos producto de la corrupción que fueron a parar a las bolsas de Becerril. El saqueo panista fue criminal.
La próxima, exalcalde priísta y su rancho “El Jazmín”, en Nopala de Villagrán, Hidalgo.