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ES SECRETO A VOCES QUE LA GUERRA AL CRIMEN ORGANIZADO FRACASÓ POR FALTA DE ESTRATEGIA.
El saldo de la barbarie en México son 300 mil muertos y más de 40 mil desaparecidos.
Es el rostro humano de la tragedia nacional. El drama social, consustancial del económico, lo adocumentamos con otra experiencia desgarradora, tramada por la tecnocracia: La ruina del sector energético.
Carlos Salinas de Gortari introdujo de contrabando en el TLC de 1994 la cláusula referida a los hidrocarburos mexicanos. Ernesto Zedillo Ponce de León, después del error de diciembre, aceptó el embargo de la factura petrolera para garantizar el pago de los compromisos contraídos por el salvataje de su Presidencia.
Con el propio Zedillo se inició un proceso legislativo, continuado por Fox, Calderón y Peña Nieto, que devino catástrofe financiera.
En ese periodo, sigilosamente se maquinaron ensayos de riesgos en la operación de Pemex. Se urdieron más adelante los Contratos de Servicios Múltiples.
El puñal se asestó con los Proyectos de Impacto Diferido en el Presupuesto del Gasto. (Pidiregas).
Con Fox se inauguró el saqueo de la renta petrolera. Calderón y Peña Nieto promovieron sus reformas energéticas.
Caracterización de los fines de los Pidiregas: Fortalecer la rectoría del Estado, modernización tecnológica de Pemex, etcétera. El choro se repitió en la reforma peñista.
Del año 1997 al 2013, los tecnócratas del país propusieron el remedio, pero olvidaron el trapito: Dejaron de lado un instrumento fundamental para coronar sus iniciativas: El imperativo estratégico, pero, sobre todo, el geoestratégico.
Fue así como mataron la gallina de los huevos de oro negro