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DE FRENTE Y DE PERFIL-RAMÓN ZURITA
GOBERNADOR DE JALISCO, DESDE AYER, ENRIQUE ALFARO RAMÍREZ SE CONVIERTE EN UNO de los principales gobernadores rebeldes, que se oponen a una serie de medidas dictadas desde el gobierno federal.
Alfaro Ramírez, en su calidad de gobernador electo, manifestó su desacuerdo con el arribo de delegados federales a los estados, los que se consideran como vicegobernadores, por concentrar los programas sociales y, se pretendía, el control de la seguridad.
El pasado martes, Alfaro y Silvano Aureoles (Michoacán), fueron los artífices de la negativa de los mandatarios por ceder los espacios y controles de la seguridad a los delegados federales.
Y es que en el caso de Jalisco y otros más, fueron enviados como delegados federales quienes compitieron por el gobierno estatal con los colores de Morena, siendo derrotados.
Tal es el caso de Carlos Lomelí, quien ejercerá esas funciones y en el pasado fuese aliado del propio Alfaro, del que se encuentra distanciado.
Hoy ya investido como gobernador, Enrique Alfaro hará sonar su voz y mostrará que no es de los gobernadores que Silvano Aureoles considera sumisos y acostumbrados a obedecer.
De inicio tiene descuerdo con algunas de las medidas adoptadas por el gobierno entrante de López Obrador y habrá de convertirse en una piedra en el zapato del tabasqueño.
El horizonte de Alfaro Ramírez mira hacia el 2024, cuyo propósito podría alcanzar dependiendo de su desempeño como gobernante.
Ya ejerció como alcalde de Tlajomulco y de Guadalajara, dejando una buena sensación entre los electores de su entidad, por lo que ahora deberá mostrar su verdadero estilo de gobernar y si su rebeldía es para ganar notoriedad o cuenta con los tamaños suficientes para un mayor crecimiento político.