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En Pino Suárez y República de el Salvador, se encontraron Moctezuma y Cortés
En la esquina de Pino Suárez y República de El Salvador, hay una iglesia, la de Jesús y un hospital, del mismo nombre; este hospital fue el primero que hubo en América, y fue mandado construir por Hernán Cortés para los españoles pobres que estaban mal de salud.
No se sabe si fue a propósito o fue pura coincidencia, porque donde se levanta el hospital y la iglesia es en la esquina de Pino Suárez y República de El Salvador.
Y ahí en esa esquina es donde se dio la primero reunión entre Moctezuma y Cortés, fue el 8 de noviembre de 1519. Llegó Moctezuma, como dicen los historiadores, “en andas”, es decir lo iban cargando en una litera, al tener enfrente a Cortés, que iba en caballo, Moctezuma baja de su aposento, naturalmente, vestido con lujosas joyas, telas finas y una penacho que deslumbra, hecho de plumas de las aves más finas que hubieran en estas tierras, además de tener piedras preciosas.
Cortés un pobretón español en busca de fortuna, y deslumbrado por la riqueza del señor de Tenochtitlan, tan solo le ofrece un collar de cuentas de vidrio. El español quiere abrazar a Moctezuma pero es contenido por la gente del Tlatoani, Cortés ignora que no se le puede tocar.
Tanto Cortés como Moctezuma habían recabado información uno del otro. Cortés sabía que el Tlatoani era un ser supersticioso y temeroso de la profecía que vendrían hombres barbados de más allá del mar para tomar el poder.
Moctezuma, al ver al español temió y reculó, le ofreció hospitalidad y riqueza. Y ellos, codiciosos, supieron que podían ser inmensamente ricos. Lo escribe Bernal Díaz del Castillo en su crónica sobre la Conquista de México, al ver desde el Cerro de la Estrella la Ciudad de Tenochtitlan, era cosa de no creerse lo que veían, parecía cosas de encantados, una Ciudad flotaba sobre el lago cubierta por una suave neblina. Y de la descripción que hace de la riqueza de Moctezuma, nada más faltaba que se le cayera la baba. En un muro de la construcción sobre Pino Suárez hay una copia en cerámica de un cuadro de Juan Correa, donde pintó ese encuentro, y en esta iglesia reposan los restos de Cortés, digo, que tanto es tantito.