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¿Vamos a la democracia?

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DESDE FILOMENO MATA 8
MOURIS SALLOUM GEORGE
@vocesperiodista

¿Quién la descifra? Lo que sorprende a estas alturas, es que a nadie parecen preocupar las técnicas manipulativas que hacen del ciudadano un sonámbulo: Una conciencia teledirigida.

Al menos eso creen ciertos actores políticos y los dueños de determinados medios de comunicación que comparten la necesidad –acaso el placer–, de hacer de la opinión pública una estatua de sal.

¿A quién sirve una sociedad presa de la parálisis? Porque a esto conduce la confusión: A un inmovilismo rezagante o a una congestión epiléptica. En ambos casos, hay huida de la responsabilidad.

Pongamos en el centro del asunto la cuestión de la incertidumbre económica y su desbielado motor: El peso.

Por no querer reconocer una ineficaz gestión administrativa y el fracaso de las reformas transformadoras, se recurrió a la cortada de los factores externos.

El factor externo desde hace 3 años lo constituyeron la sucesión presidencial en los Estados Unidos y ahora sus resultados.

La incertidumbre continúa y el peso sigue al garete. La semana pasada se atribuyó ese desorden a la crisis migratoria.

En efecto, el peso perdió algunos centavos. Con el pretexto de la consulta sobre el nuevo aeropuerto internacional, las troneras privadas dispararon: Si la consulta se pronuncia por la suspensión, los mercados castigarán a México.

Curiosamente, el jueves que arrancó el proceso el peso ganó al menos diez centavos. Sospechamos que, con independencia la indispensabilidad de esa obra, el mar de fondo es agitado por otros explosivos.

La consulta popular es uno los mecanismos de la democracia directa. Aun si los resultados de la que está a prueba no son vinculatorios, la experiencia puede extenderse al referéndum y el plebiscito. Darle incluso eficacia a la iniciativa ciudadana en la promoción de nuevas leyes.

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