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De frente y de perfil
por Ramón Zurita Sahagún
Uno de los grandes problemas en México anunciar magnas obras, que finalmente se quedan a medias, tardan muchos años en realizarse o simplemente no pasan del proyecto.
Es cierto que algunos de esos grandes proyectos se concretaron, pero recientemente obras como el tren rápido de Querétaro a CDMX se suspendió, el de Toluca a la misma CDMX va sumamente retrasado y el nuevo aeropuerto internacional de la capital del país muda su inauguración cuatro años después, si es que se construye en Texcoco.
Sin embargo, una de las obras que luce segura es el Tren Maya, que correrá por Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, siendo uno de los ambiciosos proyectos del sexenio que inicia el primero de diciembre.
El Tren Maya pretende enlazar zonas turísticas nacionales con gran afluencia, donde se ubican playas, joyas prehispánicas, una abundante vegetación y todo lo que concierne a una rica gastronomía de cada una de esas entidades, donde se mezclan los sabores con las especias y yerbas que se dan en esas zonas con pescados, mariscos, aves y carnes.
Apenas el fin de semana pasado, el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador se reunió con los cincos gobernadores de esos estados y con dos que se encuentran listos para entrar al relevo en diciembre próximo y todos coincidieron en que el proyecto es viable y con grandes posibilidades de éxito.
Es más, el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, le entregó a AMLO un sondeo, en que el 80 por ciento de la población está de acuerdo con la realización del proyecto y la derrama económica que pretende.
La idea parece realizable, aunque habrá que ver si no impactan en el proyecto los sobreprecios, retardos y abusos que se han significando en este tipo de obras.
Por lo pronto, el Presidente electo ya advirtió que no se permitirán, ya que uno de sus compromisos de campaña es terminar con la corrupción que distingue a los gobiernos anteriores.
