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VENOM es una de las cintas más esperadas del año, tanto por los fanáticos de los cómics, como por el público en general, pues la idea de tener una cinta en individual del mayor enemigo de Spider-man, un simbionte extremadamente violento y sediento de sangre, representaba una gran oportunidad para dar el primer paso en la elaboración de una historia única y diferente dentro del mundo de los cómics. El personaje es extraordinario en cuanto a historia, y es aquí donde se encuentra uno de los puntos más débiles de la película.
Primero, Venom se siente como una cinta que nunca encuentra su rumbo; desde su inicio, el planteamiento de la historia y el desarrollo de los personajes se siente flojo, las actuaciones, para dolor de muchos, no encajan, son por momentos incrédulas y forzadas. El guion es incongruente, al igual que diversas situaciones que se sienten algo inverosímiles. El personaje y la historia es fantasiosa, por supuesto, el problema es que hay escenas que son mal ejecutadas. Por momentos parece burda la elaboración de los gráficos del personaje central, algo que sorprende en la actualidad. Chistes sobresaturados y un pésimo villano, intrascendente y sin gloria.
Lo bueno es el personaje central, pues al final de cuentas tenemos la oportunidad de ver a Venom siendo Venom, aunque en esencia, el simbionte se pierde por momentos por lo malo de su guion y su desarrollo. Tiene algunas situaciones que sacan una carcajada, pero son súper contadas y además, debo decir que las escenas post-créditos son las que salvan a la película, en especial la última, pues incluso en la primera de ellas hay un error que perjudica a un personaje crucial para una posible secuela. En términos generales, Venom es una cinta palomera, de esas que no generan mayores emociones y simplemente la disfrutas mientras la ves, pues al salir del cine, no vas a CINE tardar ni una semana en olvidarla.
