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En su segunda justa campaña por la Presidencia, a Andrés Manuel López Obrador lo favorecían las tendencias electorales y nuevamente fue en la recta final que perdió, en una contienda desigual, por lo que el PRI retornó a Los Pinos con Enrique Peña Nieto.
En aquel julio del 2012, AMLO, como militante del PRD que abanderó a la coalición del Movimiento Progresista, obtuvo el 31.57 por ciento de los votos, mientras que Peña Nieto, 38.20 puntos porcentuales, un margen sumamente difícil para reclamar para revertir la elección. De nueva cuenta fue un duro episodio de remontar para quien durante la contienda había estado 40 puntos arriba en las preferencias de los electores.
Con un PRI que se había caracterizado con mecanismos de financiamiento ilegal cada vez más sofisticado, las autoridades dilataron más de dos años en descubrir que a Peña, ese partido tricolor le destinó 13 veces más del tope permitido por la ley electoral.
Ahora, más allá de la guerra sucia contra la figura de López Obrador y fraude en las casillas, al priista se le impulsó con dinero que se le depositó a millones de votantes, a través de una triangulación en monederos electrónicos. Fue el caso llamado Monex, por haber sido esta la primera firma bancaria denunciada por los propios trabajadores, que tras dos años de investigaciones se concluyó que a Peña se le destinaron ilegalmente 4 mil 500 millones de pesos.
El hilo de la madeja fue reclamado oportunamente por el PRD durante la campaña, pero sin haber podido estimar el alcance del dinero en la campaña de Peña.
Y pese a los recursos que emprendió ante el entonces IFE, el recuento de votos ni los resultados arrojados por el caso Monex no fueron suficientes para anular la elección que exigía López Obrador. Ahora, no bloqueó con sus seguidores Paseo de la Reforma ni mandó “al diablo” a las autoridades electorales, pero su fallo negativo a las impugnaciones sobre el caso Monex, casi tres años después de los comicios, lo llevó a afianzar el reclamo de que la elección fue una “elección de Estado”.
En febrero del 2015, los magistrados Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) concluyeron que ni el PRI ni Peña Nieto compraron votos en las elecciones del 2012.
“Ando buscando todavía al tonto que se los crea”, alegó en aquél entonces López Obrador.
Y con ironía agregó: “Están locos los que dicen que en México domina la mafia del poder. ¿A poco no hay democracia y estado de derecho, acaso los magistrados del Tribunal Electoral no son independientes?”.
Para Luis Costa Bonino, quien fue estratega de la campaña, la derrota no sólo fue por el excesivo gasto de campaña, sino también por la soberbia y exceso de confianza de AMLO, sobre todo como fue el episodio del debate televisivo ante sus otros contrincantes.
En un recuento de la elección que difundió en el portal de su empresa consultora, en julio de 201, Costa Bonino reveló que López Obrador rechazó que otros lo alistaran para el debate, por lo que se preparó sólo en su casa para el debate.
“Esa actitud no era solamente una inmensa y penosa demostración de soberbia, sino que era un golpe durísimo a su propia campaña. Llegado el día, fuimos a ver el debate a la productora.
“Cuando AMLO inició su exposición sin plan, sin estrategia, sin criterio, sin rumbo, aludiendo de manera paranoica a las fuerzas ocultas que controlaban toda la historia política mexicana, con gestos vagos, inciertos, con silencios interminables, con una exasperante lentitud, quedamos todos convencidos de que nuestro sacrificio y trabajo había sido en vano, y que caeríamos en picada perdiendo todos los puntos que habíamos logrado subir.
Su derrota no frenó el oleaje en las preferencias electorales para que en Tabasco, por primera vez, triunfara la Oposición, AMLO fundó 24 años atrás con el entonces Frente Democrático Nacional, que derivó en la creación del PRD. Obrador tampoco cesó en sus aspiraciones a la Presidencia y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que fundó desde antes de los comicios del 2012, era ahora el partido que lo respaldaría para buscar su prometida “cuarta transformación del país” para el 2018, con su advertencia de que la “tercera es la vencida”.