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CUANDO EL PRESIDENTE ELECTO Andrés Manuel López Obrador arribó, el mensaje del perdón, de amor y paz les había llegado a los industriales.
Sí, dos horas antes de encontrarse con más de mil empresarios de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), López Obrador dijo en un discurso:
“No vamos a perseguir a nadie, lo dije en la campaña, no es mi fuerte la venganza… vamos a perdonar, pero no queremos que a nosotros nos perdonen”.
Con ese preámbulo, López Obrador fue recibido por Francisco Cervantes Díaz, presidente de la Concamin.
Después, a su llegada a la cena de gala, la senadora Olga Sánchez Cordero, a pregunta expresa, coincidió con el planteamiento de que fue un gran preámbulo de paz que mandó el presidente electo antes de la reunión. “Gran mensaje”, dijo.
Y cómo no es de gran relevancia ese mensaje, si todas las industrias afiliadas a la Concamin generan al año aproximadamente el 30% del Producto Interno Bruto, algo así como 6.7 billones de pesos.
Tan en paz van las cosas que a la espera de López Obrador, en el vestíbulo del séptimo piso del hotel sede, charlaban la futura secretaria de Economía, Graciela Márquez, y el empresario Claudio X. González, aquel que lo denostaba y ya fue perdonado.
Pero eso sí, AMLO dice que ellos no tienen nada que perdonarle. Por la tarde, el discurso de paz de López Obrador se dio durante el anuncio de su programa: Jóvenes Construyendo el Futuro.
Tan importante, que si fuera necesario, se llegaría a la pobreza franciscana, dijo el presidente electo.
No es poca cosa. Es atender a más de 2 millones 600 mil jóvenes de entre 18 y 29 años. Es muy importante, en sus propias palabras, para que ya no haya ‘halconcitos’, esos jóvenes que son informantes de los grupos del narcotráfico.