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DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA
Rafael Acosta Ángeles es un personaje de la picaresca política, surgido en 2009 como candidato del PT a delegado en Iztapalapa, quien fue arropado por AMLO para hacerlo ganar en contra de la candidata del PRD. Se convirtió en delegado y se atrincheró en el cargo, renuente a cumplir el compromiso de ceder el espacio a Clara Brugada, lo que finalmente fue obligado a hacer.
Desde entonces se tomó el término de “Juanito”, para adjudicárselo a aquellos candidatos que son usados como medio para que otros personajes tengan acceso a los cargos públicos.
La medida no es nueva, ni se inventó con Acosta Ángeles, ya que todos los partidos la venían practicando, especialmente el Verde. Cónyuges, hermanos y hasta madres de algunos militantes de ese partido se prestaron a ese juego perverso.
El escándalo y la forma de operar trascendió todos los escenarios, por lo que se adoptaron candados para evitar que siguiera en uso dicha fórmula. Lo sucedido con el gobernador de Chiapas Manuel Velasco, es parte de ello. El gobernador solicita licencia para separarse de sus funciones, asume como senador y regresa a gobernar, dejando a un incondicional (Juanito) como provisional, el que nuevamente le cede el cargo. Willy Ochoa se convierte en uno de los tantos “Juanitos” que pululan entre la llamada clase política.
También hay otros como el ahora senador Héctor Vasconcelos, quien propuesto como secretario de Relaciones Exteriores por el entonces candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, renunció a ello, para asumir como senador, por lo que Marcelo Ebrard fue designado.